Me gustaría expresar, en nombre de todas las personas a las que represento, nuestro reconocimiento a la Biblioteca Pública de Arucas y en especial a Dña. Rosario Rodríguez Batista, nuestra amiga Sari.
Ayer; jueves 13 de Diciembre día de Santa Lucía, cuidadora de mis ojos y de mi persona desde mi más tierna edad, me tocó presentar el acto “Poesía en familia” que tuvo lugar en las dependencias del Centro que dirijo y patrocinado por la compañía canaria La Isleña. Me propusieron que tendría que participar del mismo, eligiendo algún poema que recitar.
Hogar, mi humilde hogar:
en el desierto de mi vida, tú eres
el oasis ansiado en que descanso
de este luchar de hoy, de ayer, de siempre.
Como estábamos en familia, comencé eligiendo a Montiano Placeres Torón, pariente lejano, enmarcado en la Escuela Lírica de Telde, autor de El remanso de las horas, en cuyo prólogo Patricio Pérez Moreno nos cita que el hogar es para el poeta refugio amable y escondido; grato santuario adonde acude el alma, dolorida por los recios golpes que le depara el constante batallar de Ia vida, a buscar la paz del descanso y a embriagarse con el perfume de su poesía.
A continuación recité el poema “El humilde sendero”, de Domingo Rivero poeta aruquense de cuna y que descubrí en su museo que está ubicado en la calle Torres, en las inmediaciones de la calle Triana.
Nunca aspiré a la gloria ni me atrajo
de la fama el estruendo,
ni soñé que mi nombre
pueda en su libro recoger el tiempo.
De esa ambición mi corazón no sabe…
Pero cuando contemplo,
por la noche, del campo en el retiro,
el humilde sendero
que hollaron pobres pies que ya descansan,
borrado en parte, que blanquea a trechos,
a la luz de la luna, y que condujo
a un apartado hogar, ahora desierto,
mi terrena raíz se reverdece
y acaso a veces pienso
con humana emoción: así quisiera
que en la tierra quedara mi recuerdo.
Para cerrar mi humilde aportación terminé con mi poema “Fuego y tambor”, dedicado a la Navidad en las cumbres de Gran Canaria y que comparto con todos Vdes.
Bosque de Tamarán, donde descansan las estrellas,
aquí duermen las cenizas de los canarii
que hacen vibrar los tambores aborígenes,
purificando, de nuevo, nuestros pinares
que reverdecen el mosaico atlántico de nuestra cumbre.
Ante tanta negrura y dolor retumba el tambor,
rom pon pon pon, rom pon pon pon,
que nos anuncia el nacimiento de nuestro señor,
rom pon pon pon, rom pon pon pon.
Antonio Ramírez
CADF Arucas